La mayoría de los niños suelen negarse completamente en asistir al dentista. Esto ocurre normalmente por haber tenido antes una primera experiencia desagradable, o por tratarse de algo desconocido. Además, ¿qué niño va a querer que un extraño le examine la boca?
Sin embargo, es necesario buscar estrategias que ayuden al niño a perder ese miedo. No hay nadie en quien confíe más un niño, que en sus padres. Es por ello que son el primer ejemplo, y los primeros que podrán ayudar al pequeño. Considere que es esencial que se eviten posibles enfermedades bucodentales desde niño, y crearle el hábito de ir a un odontólogo.
Comienza por evitar transmitirles temor a tus hijos antes de iniciar las 5 estrategias
Te mostraré 5 estrategias para conseguir que tu hijo vaya al dentista. Sin embargo, es importante que comiences por transmitirle miedo. Si también tú temes al dentista, el niño aún más lo hará. Si no es así, simplemente preocúpate por generarle un entorno de confianza.
No dejes de hacerle saber a tus hijos que estarás siempre a su lado, de esa manera quizás se sienta más seguro. Sé amigable y amoroso, transmítele lo mejor que puedas tener en ti, para lograr una buena experiencia, o al menos aceptable, y sin miedo.
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Llévalo desde muy pequeño
La primera estrategia que debes considerar para conseguir que tu hijo vaya al dentista sin inconvenientes, es que lo lleves desde muy pequeño. De esta manera irás creándole el hábito, y no tengas que esperar a una etapa en la que sea más difícil de controlar su negativa ante el odontólogo.
El mejor momento de comenzar a llevar a los pequeños al dentista, es cuando le comienzan a crecer sus primeros dientes. No tiene por qué existir algún inconveniente para que debas llevarlo, se trata de una simple verificación ante el desarrollo de su próxima dentadura.
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No le des demasiados detalles
Otra de las estrategias más importantes, en la que la mayoría falla, es en los detalles que puedas darle al niño. Normalmente intentamos darles el panorama de lo que vendrá y prepararlos, pero esto puede ser un gran error. Todo niño es muy curioso, así que cualquier detalle que le des, querrá saber más y más.
A pesar de ello, es necesario que mantengas una buena actitud. Únicamente será necesario que sepa que se trata de una rutina, y que también ustedes, sus padres, abuelos, tíos o hermanos, también irán a lo mismo, como familia. Quizás así, sienta mayor confianza.
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Ensaya en casa algunos juegos de rol previamente
Evitar darle detalles de lo que ocurrirá, genera imágenes quizás erradas en los niños. Por el contrario, mejor idea es mantener un juego de roles con ellos. Tal como jugar al veterinario, al doctor, o la maestra, también podrá ser al dentista.
De esta manera, podrán hacer uso de imitaciones de instrumentos dentales, tales como el espéculo, o simplemente enseñándoles, en medio del juego, el uso adecuado del cepillo de dientes. En todo caso, existen juguetes que emulan instrumentos dentales que podrías adquirir para introducir al niño en su próxima consulta.
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Visita un odontopediatra
No cualquier odontólogo tendrá las herramientas necesarias para trabajar con los niños. Aunque todos tengan el mismo conocimiento médico, no será igual atender a un adulto que sabe a lo que se enfrentará, que a un pequeño que podrá estar confundido ante la consulta.
Es por ello que la mejor estrategia será llevarlo a un odontopediatra, el especialista en tratar a los niños. Además, recuerda que todo pequeño tiene una dentadura diferente al adulto, quizás aún no han desarrollado los dientes de hueso, quizás no tenga aún todas sus muelas, y solo el especialista sabrá qué hacer, y cómo.
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Lleva a la cita algún objeto o elemento que le pueda distraer (en caso de emergencias)
En muchas clínicas dentales donde existan especialistas odontopediatras, tienen sus propias estrategias para atender a los niños. Sin embargo, siempre será bueno prevenir, especialmente porque nadie más conoce a tus hijos como tú.
No está de más que lleves su juguete favorito, o que le invites algún premio por haber logrado asistir sin problemas al dentista. Procura que sea un detalle, quizás una salida al parque, unos globos, o alguna sorpresa que no sea tan ostentosa.
